lunes, 7 de febrero de 2011

Extracto de un texto de verano

Durante los días siguientes apareció una relación antigua a la cual nunca tome muy en serio, me pareció hasta extraño trabajar en ella, ya que la contraparte resulta ser casi literalmente un niño. Este amigo es el hermano menor de a quien hoy considero como una hermana, y por ello, casi como parte del juego, él se convirtió también en mi hermano, lógico, ¿no es así?

Pero esa visión cambio cuando con unos días en la playa pude compartir más con él. Hablamos sobre su vida, sus amigos, sobre su relación con la familia, su vida en general. Me comentó sobre sus visiones del mundo, lo que los amigos son y cómo se llega a considerar a alguien como tal, lo que para él implica el tacto, algunas de sus vergüenzas y temores. Comentamos sobre que generaba en él la ausencia de un hombre en casa, aparte de él por supuesto, y sobre el deseo de ambos por tener un hermano. Le pregunte sobre su vida amorosa, si alguien le gustaba y lo que pensaba de mi y nuestra amistad. Sus visiones eran coincidentes con las mías a su edad... Por un lado era bonito ver que pensara con tanta abertura y limpieza en las cosas, algo que los niños van perdiendo, pero también podía adivinar algunas de sus trancas, sus visiones oscuras e incluso algunas confusiones y contradicciones respecto a sus propias filosofías. En resumen, presumo que, como yo en su tiempo, vive una vida suficientemente buena como para no quejarse e incluso tener muchos momentos de felicidad, pero con un sentimiento, más fuerte que lo común, de insatisfacción. Y es normal, aún está formando sus propias ideas.

Me pregunté si podía hacer algo para orientarle durante este viaje, pero no quise pensar más, estoy cansado en este periodo, no tengo fuerza suficiente como para pensar al nivel habitual. Por ello opte por hacerlo participar directamente en nuestras actividades, o bien compartir en las suyas, y a divertirlo. Agregue una buena dosis de tacto que, sin mentir, es de tanta ayuda para él como para mí, y deje que las cosas fluyeran. Me sorprendí de ver avances tan rápidos, lo cual me pareció revelar un éxito, aunque también me pareció una rareza que opté por considerar positiva. El estimulo parecía ser bueno, sin embargo podía percibir reprobaciones en el aire que me hicieron dudar de cuánto dejar fluir. Lo primero era un aparente deseo por parte de su hermana a separarnos (?). Y lo otro eran los comentarios sobre lo raro que estaba resultando este súbito apego. Esto me hizo recordar que más que la diferencia de edad, el problema se centra en su edad, en sí, y las complicaciones psíquicas que está atravesando en clímax. Eso es lo importante a considerar en una relación con él.

Como fuera, esta cercanía me pareció también, a mí, digna de preservar y proteger. Al inicio pensaba… ¿que podría compartir con él fuera de un par de juegos o el anime? Sin embargo, me arrepiento de haber pensado como tal, hay más que compartir que eso. Yo puedo aprender de la convivencia con niños y puedo convertirme en un apoyo para él. Pero debo ir con cautela. Es una situación claramente complicada y relativamente nueva para mí. Creo que puedo ser de ayuda, quizá incluso convertirnos alguna vez en los hermanos que el otro alguna vez quiso y sustentar su desarrollo en mis conocimientos de psicología infanto-juvenil. Aunque siempre me da risa y asusta llegar a equivocarme en la orientación que de. Pero los errores son cosas que siempre pasan, ¿no? Y no puedo huir solo porque me entró temor.

Voy a proteger a este chico. Ojalá pueda ser para él un bien.

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