viernes, 26 de agosto de 2011

Antes de dormir...

Antes de dormir, cada noche mis pensamientos flotan ante mí en imágenes… y poco a poco se deforman y se van convirtiendo en sueños y fantasías.
Todo en mi mundo se vuelve imágenes, letras, ideas, canciones… todo se transforma en imágenes en mi cabeza… imágenes que por desgracia no puedo transferir a dibujos porque la habilidad no me apoya, pero sí puedo tratar de describirlos en texto.

Cada imagen arrastra consigo sentimientos… y estos llevan a mis sueños y fantasías a convertirse en deseos e inspiración. Puedo ver como el mundo se transforma en mundos llenos de luz, donde todo lo que desee aparece y es alcanzable. La gente que extraño regresa y comparte conmigo ese universo fantástico. Toda la inseguridad es reemplazada por fama y alegría. Y la oscuridad… la oscuridad sigue ahí, pero no existe entre los míos y yo, sino que somos todos aliados contra ella. Somos héroes en una historia de ensueño.

Cada letra y cada párrafo que escribo en mis historias y libros. Cada reflexión y cada idea analista o filosófica fue primero una imagen de aquellas que mi mente proyecta. Cuando alguien me ha dice que un texto transmite algún sentimiento en particular, me alegro, porque lo que escribo no suele pasar por un borrador o un exhaustivo proceso de revisión. Sino que es lo que alcanzo a capturar de todas esas imágenes que corren con rapidez por mi mente, como una película que se muestra en una pantalla mientras se adelanta.

Si un texto transmite dolor, es porque seguramente en mi mundo alguien sufría y por tanto fue escrito mientras yo sufría.
Y si el texto es temerario y fantástico, es porque seguramente me veo volando sobre dragones, defendiendo a toda una nación, enfrentándome a los males, siendo el heroico protagonista que cambiará la conformación del mundo tal y cual es… volviéndose realidad un sueño.

Es tan real… o lo ha sido para mí en muchas ocasiones. Tanto que a veces la abstracción es fuertísima y no me percato de que no me he movido hasta que mi cuerpo sudado por la emoción, aprieta sus músculos en espasmos que me recuerdan que aunque mi realidad sea otra, estoy vivo… y puedo regresar cuando se me plazca, cada noche.

No es que durante el día no pueda… también me he sorprendido caminando sin rumbo, perdiéndome, bailando, gritando, corriendo hacia ningún lugar. Buscando lugares con fuerte viento, hablándoles a desconocidos, saltando en parques, subiéndome a juegos infantiles, monologando, hablando con gente invisible, golpeando objetos con ramas, creyendo temerario o un tímido con poder por descubrir.
Todo es tan perfecto, tan mágico y divertido… que muchas veces me olvido de que estoy estudiando o voy camino a una clase. O encerrado en una sala de clases u obligado a trabajar ante un computador, mi mente vuela en otros lugares inaccesibles para el resto.

Infantil, inmaduro, volado… no me importa cómo me describan o vean. Quizá cuantas pruebas se transformen en problemas y quién sabe cuántos trabajos pudiera perder por culpa de estar viajando a través de estos mundos. Pero lo cierto, es que espero jamás perder ese don.
Más de uno preferirá decir, quizá, espero, que soy imaginativo, un creador y tal vez, solo tal vez, un día todo lo que se construye en mi interior pueda ser expuesto al mundo y quizá incluso logre cambiarlo un poco. A un mundo que pocas veces se dedica a permitir soñar en otros universos a más que a los niños. Realidades mágicas y adversas, donde pese a que hay órdenes y leyes, son diferentes a las nuestras haciéndolas algo espectacular.

Tal vez un día logre encontrar una forma de hacer que otros lo vean… lo compartan y viajen conmigo… quizá un día hasta logre ser famoso por ello… eso sí que sería sueño: Compartir aquellos mundos que soñamos, deseamos y nos inspiran a creer que hay más. Compatir el sentimiento del soñador, convertirse en creadores.

No cambiaría por nada el poder de soñar y creer…
Por nada…