lunes, 28 de marzo de 2011

No quieren luchar...

Hoy estaba sentado observando el vacío, embobado en mis propios pensamientos y con pocas ganas de hacer labores. Cuando de pronto veo como una polillita cayó al agua.

- Lucha por tu vida - dije, pero no se movió.

Así que la rescaté y la dejé en un lugar seco.

- Sé fuerte y lucha, ¿cómo te rindes así? - la alenté como si me entendiera.

Al secarse sus alas la vi elevarse una vez más. Voló e intencionalmente se arrojó al agua una vez más y murió...
Eso me recordó la INCREÍBLE frase de los increíbles: "Tu no salvaste mi vida, arruinaste mi muerte!"


Supongo que hay gente que simplemente no quiere luchar... no la entiendo, pero existe... aún así, siento que debo intentar alentarles a seguir...

sábado, 12 de marzo de 2011

Enseñanza libertaria

¿Cuántas veces actuamos creyendo que hacemos lo mejor y resulta que de pronto todo se va a pique porque la visión de alguien con mayor poder sobre el asunto se te opone, te critica y sin pensarlo siquiera te considera una amenaza, te margina, te etiqueta?

Muchas veces me he sentado ante gente que viene con una idea distinta y pienso: "¡Bah! ¿Qué podría este enseñarme o decirme para hacerme cambiar de opinión?"
Sin embargo, aún con esa soberbia me quedo a escuchar con honestidad, no me cierro a la posibilidad de que algo me haga cambiar de parecer. Mi ventaja es ser capaz de cambiar de paradigma, cambiar una base por otra porque podría ser mejor. Pero para esto se requiere de una buena adaptación y de mucho coraje.
El cambio siempre trae cosas nuevas, suele ser algo experimental y, por ende, conlleva riesgos. Hay que estar dispuesto a correrlos y de ahí que la gente opte por proteger la estabilidad y forme núcleos, siendo el base de nuestro paradigma social, la familia.

Recuerdo que la enseñanza en casa muchas veces se centraba en la necesidad del cambio y la rebeldía. Si bien cuando éramos pequeños y nos costaba pensar en la concepción de un mundo como realmente es, éramos protegidos e incluso malcriados. Cuando ya teníamos edad para discernir sobre lo que significaba un deseo se cambió la metodología para defender aquello que se deseaba.

Una vez mi hermana quería hacerse un piercing. Llegó a casa desde el colegio y le dijo a mi mamá "me voy a hacer un piercing". Mi mamá le dijo que no tenía permiso para hacérselo y que si un día llegaba con él, la iban a castigar. A lo largo de esa misma semana, mi hermana se puso de acuerdo con una amiga y se fueron a una feria artesanal donde buscaron un puesto que hiciera piercings y lo pagaron. En la espera mi hermana sacó el celular y llamó a mi mamá diciéndole "mamá, me voy a hacer un piercing ahora". Mi mamá estaba frente a mí cuando recibió la llamada, no pudo decir nada puesto que mi hermana le cortó el teléfono y lo apagó. Me miró y se fue a continuar haciendo sus cosas.
Cuando mi hermana llegó, tenía el dichoso piercing. Hablaron, pero yo no las escuché, solo sé que a mi hermana la castigaron. Más tarde mi mamá me dijo: "Me alegro que se haya hecho el piercing... yo le dije a tu hermana. Deseabas un piercing y te hiciste el piercing, se ve que lo deseabas suficiente como para incluso enfrentarte a mí. Si hubiera llegado sin el piercing, la hubiera castigado por ser huevona, débil, por aceptar que yo me interponga ante su deseo. Pero ahora se lo hizo, se reveló ante mí y por eso también la voy a castigar, pero no me decepcionó mostrándo que tiene el valor de luchar por lo que quiere".

La verdad es que el castigo no duró ni la mitad del tiempo que había dicho. El piercing se veía bonito aunque al inicio mi hermana tuvo que hacer un par de curaciones porque la cuestión se infectó: "Un precio más por tener lo que se desea", recuerdo decían. Pero nadie se quejó más. Hasta hoy mi hermana tiene dicha perforación.

Las enseñanzas de mi familia se centraron en la defensa. Aunque esta forma creaba un libertinaje que se sustentaba en una poderosa confianza. Y aceptaba la existencia de un problema que no pudo corregirse hasta años después: la disciplina. No en comportamiento; En mi hermana se reflejó en problemas de orden y estructura. Y en mí se reflejó en problemas de constancia.
A mi hermana se le corrigió con planificación y yo, me autocorregí con la voluntad puesto que mi honestidad era suficiente como para otorgarme un libertinaje mucho mayor que el de mi hermana que faltaba a las confianzas.

Desde que recuerdo que me gusta pensar, escribo textos en extenso y con ideas profundas sobre persecusión de la felicidad y posibles formas de relación y mundo. Me he dedicado a buscar positivismo en el mundo incluso en la oscuridad. Lugar en el que muchas veces me refugio con ideas negativas para intentar eliminar el odio o buscar como canalizarlo en algo positivo.
Ese tiempo es desde alrededor de los 8 años. Aún mi mamá guarda las cartas que escribía en esa edad, cartas que me sorprenden incluso a mí. Mi papá las llevaba a la oficina y nadie creía que las había escrito yo. Incluso durante los conflictos fuertes entre mis padres escribía cartas a ambos intentando que pensaran mejor los problemas y lo hablaran. Y mi papá llegó incluso a dudar que la carta fuera mía y quiso culpar a mi mamá de obligarme a escribirlo, pero lo cierto es que eran de mi creación.
Me gusta la diplomacia, el dialogo y la racionalidad para resolver problemas que se basan en la emocionalidad. Porque sé y siento lo que deseo... sé y siento que quiero proteger lo que me interesa y quienes me interesan.

Amig@, pareja, espos@... títulos que según el paradigma social hacen a la gente diferente. Mentira. Lo único que refleja es que hay más o menos sentimiento y decidimos darle una etiqueta. Pero se puede querer a un amigo como a una pareja o una pareja puede ser también un amigo. La diferencia son los privilegios y la intención... el sentimiento es el mismo en mayor o menor nivel.
Un amigo por el cual el sentimiento es fuerte y estás dispuesto a sacrificar una enorme cantidad de cosas por protegerle... donde un castigo es un chiste si se trata de defensa... donde podrías incluso considerar que la propia vida es un precio aceptable... es lo que yo llamo un hermano. Pero es solo una etiqueta más y no espero una retribución al mismo nivel, porque así como otros consideran que la pareja es la fuente de casi la totalidad del amor y la fidelidad, otro puede pensar que es la madre y otro pensará que es su hijo... pero la base es siempre la misma... todos queremos lo mismo... proteger aquello que queremos...
Y haciéndolo, muchas veces dejamos que otros partan y otras oportunidades se pierdan. Hacemos daño innecesario y desconfíamos por miedo a que las cosas cambien y se salgan de control. Pero lo cierto es que nadie puede tener el control... porque nadie puede decidir por otro lo que se desea proteger... y para ello no hay que ser maduro de mente... sino ser valiente de corazón...

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Gracias a mis papás por la libertaria forma de educar y por guiarme hacia la defensa de lo que deseo y aspiro... por estimular en mi la fuerza y permitirme armar un camino de voluntad hacia mis objetivos.

domingo, 6 de marzo de 2011

Capitulo nuevo del Shikai - S/enumeración

Nota de edición: La imagen no es de personaje alguno, es solo detalle decorativo al posteo.


Lo cierto es que he escrito muchos capítulos últimamente. Pero no los he revelado porque debo hacer ediciones en los capítulos anteriores para poder explicar bien la historia como se concibe en la actualidad.
Uno de los mejores a mi parecer, es el combate entre Hialek y los miembros de la organización y el suceso clave entre los miembros: El asesinato del hermano menor de Serech. Ese fue el primer capítulo que se centró casi completamente en la acción.
Por desgracia, debo hacer algunos cambios importantes en ese capítulo, así que no puedo revelarlo aún... y los que esperan un combate importante tendrán que seguir a la espera.

Este proyecto es el primero que completo hasta alturas tan avanzadas. Siempre construyo inicio y final, pero no construyo la conexión entre ambos, a diferencia de esta ocasión que he resuelto ese problema y además conozco los detalles, el futuro y he definido con bastante claridad la personalidad de los personajes y tengo plasmadas en papel los lugares donde transcurre la historia.
Mis amigos artistas se han ofrecido para ilustrar algunas de mis ideas, una de ellas, mi mejor lectora además ya ha ilustrado algunos objetos, como los árboles de este episodio.

Me he enfocado además a dividir (solo para mí, de momento) la historia en 3 partes claramente definidas. Que puedo exponer de manera extremadamente amplia como sigue:

PARTE I - Conflictos entre Najim y Hialek.
PARTE II - Formación del Shikai y asesinato del hermano de Serech.
PARTE III - Guerra contra el líquido negro y guerra interna en la organización.

Las subdivisiones, prologo y epilogos están construidos pero se verán en los capitulos.
Algunos detalles extra serán expuestos en un futuro (espero no muy lejano) en la web que se desarrolla a paso tortuga x (-100).

Ya sin más. El capítulo. No pongo número porque faltan los capítulos de en medio (por orden de escritura) y es igual en orden cronologico, puesto que no está escrito como tal.

Este se enfoca en la primera aparición y "bautizo" de los personajes Esil y Horo. Además de expresar sutilmente lo que quiero que representen.
La relación con Horo no sale demasiado de la forma en que antes he descrito relaciones de los personajes con niños, pero esto irá cambiando conforme Horo muestre su personalidad.
Esil sí se muestra como un personaje más completo aunque como es su primera aparición no expone demasiado lo que ya, en mente, debe mostrar como potencia clara de confusión para Hialek.

Espero lo disfruten tanto como yo escribiéndolo.

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La noche no contaba con la compañía de la luna. Las estrellas en el cielo eran insuficientes para entregar luz a la tierra que, como diosas, protegían.
El viento soplaba suavemente, ligeramente frío. Y los ruidos de la ciudad eran apenas perceptibles desde el interior del pequeño departamento urbano en el que Hialek se encontraba. Estaba solo, en la mesa estaban los platos de la cena que acababa de preparar y comer y que, a diferencia de otras veces, no tenía ganas de lavar para evitar el desorden que tanto le desagradaba y carcomía obsesivamente su tranquilidad.
En ese sentimiento de aislamiento no solía sentirse cómodo, pero tampoco gustaba realmente de pensar como solía hacer. Prefería recostarse, escuchar algo de música y dejar que sus emociones fluyeran con los ritmos. Sus favoritos eran las melodías con percusión fuerte, pues le permitían sentir sus fuerzas en expresión, le permitían recuperarla.

Sin embargo no era así en esta ocasión. No importaba cuan fuerte sonaran los tambores, en esta ocasión se sentía solo. Cambió la música y dejó que melodías con tristes cuerdas expresaran su dolor. Cerró los ojos y por un buen rato se sintió flotar, como si su alma hubiera sido capaz de escapar de su cuerpo, como él deseaba hacer.

- ¡Oye! – Se escuchó decir de pronto. La voz era infantil y le había sobresaltado.

Hialek había vuelto a abrir los ojos y dado un ligero salto que le hizo alcanzar casi la misma altura que el rostro del niño que se inclinaba sobre él.

- ¿¡Qué rayos haces aquí, niño!? – Dijo Hialek en tono malhumorado. Sin embargo esto no pareció inmutar al pequeño.

Hialek se sentó en el suelo y el niño hizo igual frente a él. Ambos se miraron fijamente por un buen rato, hasta que se agotaron. Entonces, Hialek, comenzó a recorrer con la vista al pequeño que repetía buena parte de sus movimientos, lo que le permitía reconocer muchos de ellos como propios.

- ¿Estoy soñando? No te pareces físicamente a mí, pero siento como si te conociera desde hace mucho, como si pudiera entenderte sin tener que hablar… -

El pequeño solo le sonrió de vuelta. No era muy bueno con las palabras salvo en ocasiones donde se encontraba realmente feliz y entonces, el problema era callarle. Hialek pensó que podría tener hambre, así que se puso de pie y fue hasta la cocina para servir un plato de la cena que había preparado. El niño se quedó sentado y le siguió con la vista mientras que Hialek se la devolvió hasta que el contacto se cortó por cambiar de habitación.
Hialek sacó un plato de la alacena y sirvió en él todo lo que quedaba. Antes de terminar sintió un escalofrío en la espalda, señal segura de que el chico había llegado hasta la cocina y le observaba penetrantemente. Sin embargo, esto más que hacerle sentir incómodo, le hizo sentir acompañado, lo cual le sacó una ligera sonrisa.
Antes de terminar, sorpresivamente el niño se acercó y abrazándole por la espalda observó como Hialek terminaba de servir, aunque ahora a este le temblaban un poco las manos por los nervios de una situación inexplicable.

- E-Espero que te guste… no soy muy bueno en esto de la cocina – Dijo Hialek mientras se giraba con suavidad para advertirle al pequeño que debía soltarle y así lo hizo. –Ten -

Le extendió el plato al pequeño, que apenas tomarlo se encaminó a la mesa donde los platos sucios de Hialek se encontraban y este caminaba hacia el refrigerador para buscar algo de beber.

- Tengo jugo… agua de la llave – Tomó una caja de leche abierta y la agitó – Ah, leche también ¿Qué prefieres? –

El niño ya estaba en la mesa sentado y dado que no había más cubiertos, había tomado los que Hialek había usado hace un rato. Estaba ya comiendo y le habían sorprendido con la boca llena cuando le lanzaron la pregunta y así respondió “flexe”, lo que le sacó una risa a Hialek y sirvió lo que creyó entender, leche, en un vaso y sirvió uno más para sí. Se los llevó hasta la mesa, entregándole uno al pequeño, junto los platos en un extremo y se sentó a observarle comer y tomar su vaso. Estuvo buen rato viendo como se tragaba el plato que había servido.

- Parece que te ha gustado – Dijo Hialek intentando sacar conversación.

- Sí… - Dijo en una pausa para beber leche, el pequeño.

No hubo más cruce de palabras. Hialek terminó con su vaso y lo tomó junto a todo el resto de platos sucios. Mientras lavaba el chico terminó de comer, apareció de la nada y le entregó su plato y vaso sucio a Hialek, extendiéndolos.

- Gracias… - Dijo con poca fuerza, aunque sin indicios de timidez. Luego volteó y encaminó fuera de la cocina.

- ¿Ya te vas? –

- No quiero – Esa respuesta infantil hizo que una vez más Hialek se sonriera.

- ¿Y qué hay de tus padres, no irán a preocuparse? –

No hubo respuesta, lo único que podía oírse era el choque de los platos y el agua corriendo. Hialek pensó que podía ser un tema sensible y optó por no decir más hasta que pudiera sentarse con él. Cuando terminó de lavar, salió de la cocina con la intención de ofrecerle algo dulce como postre. Hialek adoraba las cosas dulces por lo que, aunque a veces faltara comida, nunca faltaba algo dulce. Pero su idea se vio truncada cuando vio que sobre el sofá el pequeño estaba ya dormido. Cambió entonces el rumbo hasta su habitación, desarmó su cama para llevarse el cubrecama y abrigar con ello al muchacho. Cerró luego las ventanas para evitar las corrientes, apagó las luces y se fue a la cama.

Lo cierto es que no era el calor de verano o la fría corriente de aire lo que le impedía dormir, sino la gran cantidad de pensamientos que le recorrían la mente. Se preguntaba que haría con Najim, dudaba de su gusto por Indira, se preguntaba qué podía hacer contra el nuevo matón que se hacía llamar Imation. Organizaba su vida, sus planes para disponer de tiempo, hacerle quizá una visita a Serech y además estudiar para la cantidad de exámenes que se aproximaba. El revoltijo de ideas no le permitió darse cuenta cuando el sueño le ganó.


La luz que le rodeaba era tenue. Se encontraba ahora en un parque de césped sicodélico, multicolor. Los árboles no eran más que ramas negras que se elevaban al cielo en curvas delineadas y bien rizadas que sujetaban terminaciones en forma de ojos. El cielo era de un color carmesí intenso y las nubes completamente negras, aunque dispersas, como si se compusieran de cenizas. Ante él se presentaba un sendero serpenteado que desde la altura escribía con claridad, en delicada manuscrita, “Obsesión”. Caminó entonces por este sendero, con las manos en los bolsillos y sintiendo frío. Para cuando llegó a la letra “E”, ya estaba oscuro y solo una media luna de gran tamaño iluminaba el camino, por ello, la banquita iluminada por un único farol se veía dramáticamente atractiva. Hialek se sentó en ella y cerrando los ojos optó por descansar.

Tan pronto como cerró los ojos, todos los árboles abrieron los suyos y comenzaron a observar en todas direcciones. De alguna forma, Hialek podía ver a través de ellos, de todos ellos a la vez, lo que era realmente perturbador. Era imposible procesar tanta información. Sintió una gran presión en su cabeza, las imágenes pasaban ante él a gran velocidad y su mente formaba ideas para cada una de ellas sin control, comenzó a sentirse mareado, a sudar, su cuerpo temblaba en un intento desesperado de trabajar al ritmo requerido. Creyó que enloquecería.

- ¡Oye! –

Una vez más esa palabra le había sacado del trance. Pensó inicialmente que podía ser el chico, pero en una fracción de segundo se percató de que la voz en esta ocasión era femenina. Abrió los ojos con la misma velocidad con que los árboles cerraron los suyos.

- No deberías pensar tanto ¿sabes? –

- ¿Sabes…? – Susurró Hialek – Para saber hay que pensar –

A esta respuesta la muchacha se rió con ligereza y se aproximo a Hialek, saliendo de las sombras para dejarse ver ante la luz del farol. Su expresión era seria y tenía un atractivo singular, aunque su apariencia no cruzara la línea fuera de lo normal. Se acercó y sentó junto a él.

- Cuando le das muchas vueltas a un asunto, algunos dicen que estás obsesionado. Pero lo cierto es que no es… cierto. Aún así, no siempre es bueno pensar tanto. Llegas a respuestas nuevas y puedes tener varios puntos de vista, pero pierdes la sorpresa y cuando tras haberlo pensado las cosas no resultan, la frustración es mayor… ¿no crees? –

- ¿Creer…? – Volvió a susurrar Hialek – Para creer hay que tener una base no confirmada y fe en alguna explicación, osea, hay que pensar –

- Eres interesante, aunque creo que te preocupas demasiado – Mientras decía esto, la chica se había acercado mucho a Hialek.

Tras un instante de silencio, la chica rodeó con el brazo a Hialek e hizo que reposara la cabeza en sus piernas. Por un rato le acarició los cabellos a un Hialek de mirada perdida.

- Eres como un niño… -

- Los niños no piensan lo suficiente –

- No todo en esta vida es pensar. Por eso es que puedo ver en ti a un niño, tus emociones son simples de leer. No como tu mente que es un laberinto terrible… -

Dicho esto, la chica posó su mano en el pecho de Hialek y entonces la luz del farol se intensificó cegando a Hialek y luego volviendo a disminuir. Cuando esto ocurrió el sendero había cambiado de forma, ahora era un largo y recto sendero al cual no se le alcanzaba a ver un final en el horizonte. Luego, la chica posó sus dedos sobre los ojos de Hialek, y los árboles volvieron a abrir los suyos.

Hialek vio pasar ante sus ojos las imágenes de sus amigos, sus vivencias, cada una de sus ideas ocurriendo. Las cientos de posibilidades que había imaginado. Las personas que tenía en su mente y sus rostros cambiando de expresión, una tras otra. Sus memorias se manifestaban a una velocidad incontrolable. Su cabeza empezaba a dolerle, pero la chica no dejaba que abriera los ojos. Pasado, presente, futuro, todo se combinaba en una vorágine de vivencias y oportunidades sin llegar a finales claros. Era como ser capaz de vivir múltiples vidas a la vez y en segundos darse cuenta de que todas eran simples mentiras. Ilusiones y desilusiones a alta velocidad. Frustración y obsesión. Descontrol.

El dolor era intenso y ya Hialek gritaba sin ser capaz de detener el proceso por más que se esforzara. La mente era demasiado poderosa como para bloquearla, demasiado rápida como para frenarla. Las emociones apenas tenían cabida cuando todo corría sobre un camino tan simple como la línea recta.

Cuando el dolor se agudizo hasta el punto de llevarle al borde de la inconsciencia, sus oídos zumbaban y su nariz sangraba. La imagen de él corriendo por el camino recto mientras este se desmoronaba se presentó ante sus múltiples ojos. Al final del camino la chica le llamaba extendiendo su mano y ofreciéndole la salvación a los pies de una escalera que conducía hasta una estatua enorme del mismísimo Hialek con el pecho abierto y su corazón en la mano.

- Jamás olvides lo que sientes, porque eso te convierte en el niño que todos deben ser para construir un camino puro que la mente perfeccionará –

- No puedo llegar, no alcanzaré a llegar – Gritaba Hialek entre jadeos.

- No olvides que hay que ser curioso… - Tras esto soltó una risita casi burlesca – Me preguntaba que sentirías al ver que es imposible llegar sin mi ayuda –

- ¡Ayúdame, Esil! – Gritó entre lágrimas y sin saber cómo es que conocía su nombre.

Entonces en una milésima de segunda la imagen de la chica se acercó a Hialek frenándole el paso y con una sonrisa casi cruel le dejó abrir los ojos. Pero en vez de regresar a la banca, Hialek pudo ver desde sus propios dos ojos cómo caía hacia una muerte segura.

- Aún no… -

Hialek despertó sobresaltado. Respirando agitadamente, con mucho frío y sintiendo un peso sobre sí. Abrió los ojos y se percató de que estaba acostado en su cama. Además, el peso que sentía sobre él también era una realidad. El chico se había acostado junto a él, abrazándole y había traído las cubiertas con que Hialek le había dejado en el sofá. Con el sobresalto el pequeño se despertó por solo un instante, pero sintió que Hialek tenía frío y entonces le cobijó y luego se acurrucó junto a él para quedarse, de manera casi instantánea, dormido una vez más.

Hialek se quedó, al inicio impactado de la situación, luego calmado y feliz.

- Quizá debería pensar menos y dejar que algunas cosas fluyan – Se dijo a sí mismo - ¿Verdad, Horo?

- Ajá… - Dijo, Horo, entre sueños.

Una vez más estaba sorprendido de saber un nombre que no había sido mencionado. Horo entonces se acomodó y cayó en profundo sueño. Hialek, entonces, le abrazó también y se dispuso a pensar un poco en este muchacho. ¿De dónde había salido? ¿Por qué tenía la confianza para actuar de forma tan imprudente con un desconocido? ¿Por qué aunque podía ver en él emociones claras y simples de interpretar parecía costarle tanto expresarlas? Hialek tenía algunas teorías y se disponía a revisarlas y analizarlas cuando Horo le interrumpió.

- Aún no… -

Y Hialek repitió lo mismo en un susurro. Se sonrió y vio al pequeño dormir junto a él. Se quedó viéndole un rato, iluminado con la luz de una recién aparecida luna nueva en el cielo, luego escuchando su respiración en la oscuridad por un buen rato, con la mente en blanco y finalmente su corazón, que latía a la par con el suyo y le arrulló hasta quedarse dormido.