domingo, 4 de abril de 2010

Amigos

Tantas tardes, bajo esos árboles, dos amigos compartieron minutos de sus vidas juntos. Tantos cielos vieron como juntos llegaban entre risas y se sentaban en el césped para conversar sobre sus vidas, sobre lo que habían hecho el día anterior y planeaban para el siguiente. Para comentar sobre la bella chica con la que siempre coincidían haber visto. Compartir sus almuerzos traídos desde casa o recién comprados en mutuo acuerdo para intercambiarse la mitad y así comer de ambas cosas. Para echarse uno sobre las piernas del otro y mirar las nubes mientras cantaban juntos su última canción favorita o una que ya se había vuelto clásica. Para ayudarse en sus tareas o convertirse en el hombro de llantos del otro. Lugar que existió para observar sus peleas y como cada día que pasaban enojados visitaban el mismo lugar escondidos el uno del otro preguntándose cómo arreglar las cosas. Sentados solos y dejando escapar suspiros de desconsuelo, buscando explicaciones. Para ver como terminaban por toparse y entre lágrimas volvían a abrazarse y pedirse perdón, como se secaban mutuamente los rostros y se acariciaban los cabellos y entre risas recuperaban su amistad. Para jugar a las cartas, leer un libro o simplemente permanecer sentados y en silencio, acompañándose. Para celebrar el cumpleaños de cada uno y disfrutar de un pequeño pastel decorado con una velita que apagaban entre bromas. Para celebrar sus logros y sufrir juntos sus derrotas como si fueran propias. Para en ideas hacer del mundo un lugar mejor, para planificar su próxima salida o la próxima vez que uno iría a la casa del otro. Para dormir un rato lado a lado bajo el la sombra de los árboles o abrigarse juntos cuando había frío. Para aconsejarse y crecer. Reunidos para verse cambiar y crecer. Para alejarse y llorar al tener que decirse adiós. Ese adiós que creían imprescindible y que ambos hacían para estar seguro de lo único que era una tal, una seguridad: Hoy eres mi amigo y te quiero. Me despido de ti cada vez con un abrazo porque no sé si hay un mañana. Por eso volvemos aquí, para ver que ambos somos afortunados de tenernos un día más, para poder hacer todo lo que cada día hacemos. Y si nos peleamos lo haré igual pues no soy capaz de decir “para mañana, mejor” sin saber si tendré esa oportunidad de decir todo lo que significas para mí.

No dejes las cosas para mañana… no sabes si tienes la oportunidad.

Arregla tus conflictos con rapidez, di lo que sientes cuando lo sepas y siempre despídete de la gente a tu alrededor, podrías no tener otra oportunidad…