sábado, 27 de septiembre de 2008

Un texto oscuro - La destrucción de un lazo

La destrucción de un lazo.

Es tan fácil destruir un lazo, solo se requiere:

Falta de confianza, de modo que las partes dejen de considerar al otro como fuente de confidencias y compañero de actividades, generando distancia
.
Falta de comunicación, de modo que poco a poco dejen de informarse sobre las mutuas vidas y con ello los estados, generando distancia.

Falta de fidelidad, de modo que la parte traicionada deje de confiar en el otro y así se genere distancia.

Falta de lealtad, de modo que la parte traicionada vea que la comunicación del otro ha faltado a la verdad a modo de beneficiarse a sí mismo u a otros, lo cual genera distancia.

Falta de pureza, de modo que una de las partes no confíe en lo que la otra le dice y se quede con los rumores u oscuros pensamientos.


Son los mismos cinco atributos que considero necesarios para forjar buenas lazos. El cumplimiento de estos, suele hacer fácil y llevadera una relación. Y sin palabras sueles responder a la pregunta clave, la pregunta única: “¿Te importo?”

Pero cuando alguna falla... quiere decir que algo interfiere. El encontrar la fuente del problema tiende a solucionar todo, pero para eso, las dos partes deben estar de acuerdo en buscarla. Pero, ¿qué pasa cuando una de ellas no accede?

Todo tipo de ruptura de relaciones, en la mayoría de los casos, sobre todo las amorosas, tiende a dejar a una parte interesada en continuar y a otra parte evadiendo la responsabilidad del lazo, de modo que se destruya con el tiempo.

Jamás he logrado entender esas posturas tan egoístas de los que evaden... ¿es que acaso no notan todo el daño que generan? Acaso no se dan cuenta que con eso condenan a la otra parte a quedarse atrapada en un ciclo temporal donde cada instante y recuerdo arremete contra la felicidad del que aún ve la esperanza de mantener algo, obligándolo a seguir patéticamente ese sueño... Y, como casi siempre también, siendo rechazado una y otra vez... generando una confusión imposible de controlar... una oscilación entre amor y odio que hacen que uno se desquicie y se pase de un estado lacónico a uno agresivo en cosa de minutos. Un estado en que te daría lo mismo el poder abrazar una vez más a la otra parte o simplemente asestarle el mejor golpe que puedas, porque ni uno mismo sabe bien, al final, que es lo que más quieres. Crees que se merece lo peor... pero no puedes evitar continuar con tus ilusiones.

Te sientes altamente traicionado... te sientes abandonado... y te ataca incansablemente la pregunta: “¿Por qué?”. Esa pregunta, que te obsesiona tanto que la gritas una y otra vez entre lágrimas, nauseas o blasfemias. Y que nadie es capaz de responderte.

Es el punto culmine en donde los rompimientos llegan a su clímax, es donde se define tu capacidad de tolerancia a la derrota... donde debes optar por seguir intentando, olvidar o morir. Muchos suicidios ocurren en esta etapa y es que es innato que lleguen a tu mente, como forma de deshacerte de aquello que tanto atenta contra tu deseo de seguir viviendo, tolerando el dolor. Es el punto donde la depresión se vuelve expresiva y los débiles caen en una montaña de medicamentos de “felicidad envasada”.

Todo ocurre porque existen esos seres... todo ocurre porque eres capaz de ignorar... todo ocurre porque no sabes ser persona... porque no sabes responder a tus problemas... por ser inmaduro... por... no sé por qué... no sé...

¿Cómo pudiste?

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lunes, 15 de septiembre de 2008

Hermano


Esta mini pseudo-historia la escribí a principios de año, diría que en febrero, pero no estoy seguro...



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Se me acercó y simplemente dijo:

- ¿Estás bien, hermano? -
- Te he dicho que no me llames así, no soy tu hermano, tu tienes a tus padres y yo tengo a los míos –

Entonces, él lloró y yo no puse atención. Tenía que enfrentar la realidad aunque no le gustara. El mundo es más frío y cruel de lo que piensa, me dije y con ello me consolé, me quité la culpa, me autocomplací

- ¿Estás bien, hermano? – Me dijo la siguiente vez que lo vi
- Te he dicho que no me llames así, no soy tu hermano –

Pude notar que sus ojitos se humedecieron, pero aguantó el llanto y una vez más partió sin rumbo, alejándose.

- ¿Estás bien, hermano? – Continuó – Ya sé, no eres mi hermano… -

Cabizbajo una vez más se alejo… Y cabizbajo me dejó… La siguiente vez que lo vi… no preguntó nada… convivimos en silencio hasta que las horas reclamaron nuestra separación…
La siguiente vez y durante mucho tiempo las cosas continuaron de ese modo… un día me animé finalmente… pensé en lo cruel y tonto que había sido con el pobre… y decidí yo iniciar la conversación…

- ¿Estás bien, hermanito? –
- No me llames así – Me dijo entonces.

Un escalofrío me recorrió la espalda. Mis ojos se humedecieron, mi garganta se había hecho un nudo. Sentí lo que él parecía haber sentido al escuchar mi respuesta. Me sentí tan tonto, que solo tenías ganas de levantarme e irme. Y eso estaba haciendo cuando me sostuvo la mano con las suyas, se las pegó al pecho y mirándome fijamente me dijo.

- … No sin antes sentirlo… –

Entonces no pude contenerme. Su palpitar recorría mis manos tranquilamente. Recordé su eterna pregunta: “¿estás bien, hermano?”. Me abrazó y acariciándome me dijo.

- Sabía que no… -

Sé que lo sabía… pues él siempre había sido, aunque yo no lo admitiera… mi hermano.

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Muchas veces antes de dormir...

Pronuncio un nombre...

El de muchos.

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jueves, 11 de septiembre de 2008

Polimorfismo del objetivo

¿Cuántas veces has creído que actuar de una determinada forma, abrirá el camino hacia un nuevo nivel?

O, ¿Cuántas veces el objetivo que estabas siguiendo de pronto no es tan claro?

¿Cómo sé que lo que hago es lo correcto o es lo que realmente deseo? Muchos de mis objetivos se han vuelto difusos y he comenzado a preguntarme seriamente. ¿Lo hago porque me interesa o simplemente porque quiero ganar?

Siempre que mi mente quiere escaparse al segundo interés, la hago regresar. Quizá me engañó para que así sea o tal vez no me es tan fácil entender lo que mi corazón quiere y se confunde con facilidad por lo que mi mente intenta explicarle e intenta darle lógica.

Nunca me había sentido tan dividido, nunca había visto como realmente cierto el eterno conflicto que tienen la mente, el corazón y el cómo se siente el alma a pesar de estar conectadas. (Quizá por eso para los japoneses las tres cosas se dicen de la misma forma “Kokoro”).

El amor y el odio se combinan a niveles tan altamente incomprensibles y poderosos... que me hacen oscilar y sentir el dolor de ser tirado por ambos brazos hasta ser despedazado para que cada parte tenga lo suyo. A niveles incontrolables. Que me hacen actuar por intentar recuperar ciertas cosas, pero que dos segundos después me hacen sentir arrepentido y me llenan de odio porque siento que no debería ser yo quien tuviera que perseguirlas, sino ellas venir. Pero tampoco quiero quedarme de brazos cruzados y dejarlo a la suerte...

¿Es la constante lucha contra el destino?

¿O acaso mi único y más grande rival es simplemente mi propio ser?

Supongo que solo podré saberlo cuando mis objetivos sean alcanzados y pueda mirar atrás simplemente para recordar cuan duro me resultó el camino y cuanto aprendí.

“Cuanto más cerca estés de la luz, más grande se volverá tu sombra”

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Me pasa por escoger la dependencia como mi estilo, la fraternalidad como mi filosofía, el idealismo como visión, el racionalismo como mi guía.

Y a los que quiero... como mi razón...

Yo solo quiero hablar...

Caminaré.

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sábado, 6 de septiembre de 2008

Destino

El momento más emocionante dentro de un conflicto es la víspera de una posible reconciliación. Es el momento en que cada parte debe tomar sus armas, crear estrategias, analizar posibilidades, entre muchas otras cosas. Aún sabiendo que realmente no servirá para nada. Ya que lo que siga no está en manos de las personas, sino del destino. ¿Qué pensará cada uno? ¿Cómo piensa actuar? ¿Cómo voy a reaccionar? ¿Cuánto tardará en iniciar y una vez iniciado, cuando tardará en terminar?

Todas esas respuestas las entrega el destino con solo una posibilidad. Y no hay más que hacer en estos intervalos: Esperar.

Aún cuando pensé que la vida ya no tenía sentido, son estos momentos los que me reaniman, me descontrolan, me desquician. Adoro esos momentos en que la incertidumbre es tan enorme, que no puedo dimensionarla. Aquellos donde el sufrimiento se hace sadomasoquistamente placentero y la felicidad aparece camuflada en un real desquicio que me hace adorar la destrucción y el caos.

Es el destino quien a la larga toma todas las decisiones. Lo que nosotros hagamos es dar un empujón hacia donde queremos, pero minúsculo.

Aunque el destino en su movimiento caótico y destructivo no requiere más que un cambio increíblemente mínimo para cambiar por completo toda su forma futura. Por ello a veces no es bueno elegir y simplemente esperar a que el destino elija por si solo y te entregue lo que desee.

Destino, haz conmigo lo que quieras... DIVIERTEME!!!

JajajajajajajajajaJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!!

Estoy seguro, vomitaré.

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jueves, 4 de septiembre de 2008

Como ser amigo de un E-Kid


Este texto es algo vergonzoso para mí, no por su título ni lo que dice, sino porque demuestra mi inseguridad en el proceder y lo desgraciado que soy para dividir a la gente común de mis amigos a pesar de no tener un derecho total a hacerlo.

Conversando en profundidad, sin ser capaz de mirar a los ojos a mis oyentes y sonrojándome con algunas de mis propias palabras expliqué lo que desde esas charlas llamo “punto de presión”.

Todos conocen mi lucha por intentar hacer que las relaciones de amigos se igualen en nivel con las de pareja (aunque claro, teniendo muy presente la imposibilidad de combinarlo con lo sexual lo que vuelve a esta meta algo imposible). Todos mis amigos conocen esa filosofía y todos cruzaron duras pruebas para demostrarme que, capaces o no, buscan al menos intentar suplir lo que busco.

Esta idea es algo fuerte y descabellada para muchos. Y los que simplemente lo observan o viven sin comprender no tienen más que hacer que alejarse o “gritar” que eres un caliente o un mujeriego, si es con una chica, o un maricón u homosexual si es con un chico.

Sé que lo han leído antes entre mis textos, pero como va evolucionando y ocurrió ya en el pasado mi primera falla con este tema. Consideré oportuno recordarlo. Sé que todos o al menos muchos en algún momento han dicho, o han pensado, o me han preguntado: “¿Eres gay?”.

Pregunta a la que suelo responder con otra pregunta: “¿Por qué lo crees?”

Tengo muy claro la destrucción de imagen que seguir esta idea conlleva, así como también tengo claro que hoy muchos podrían seguir preguntándoselo. Sin embargo, hay un grupo que acepta mi proceder y aunque no lo comparta, lo acepta e intentar ejercer las partes que estimen conveniente. Ese selecto y reducido grupo, son mis amigos. Aquellos que a pesar de haber pasado el momento en que actúo de manera hostigosa, en que exijo el máximo de atención y comunicación incluso cuando yo no siempre la devuelvo, aquellos que tiran por la borda algunas de sus creencias para intentar comprender mi forma de pensar, y moverme entre la gente. Aquellos que pasan... “el punto de presión”. Porque seguramente pensaron como los demás, los chicos creyeron que era gay y quería algo con ellos. Y las chicas igual por los caminos hetero. Generando en ellos duda y confusión en grandes cantidades y niveles, probando, efectivamente, que son capaces de hacer.

El punto de presión puede verse entonces... como la prueba que pongo a las personas para ver si realmente llenan las expectativas de lo que espero de un amigo.

El pasarlo es entregar las llaves de un nuevo nivel de entrega y confianza. Y así finalmente comenzar un intercambio amistoso sincero y evolutivo, desde una base sólida y sin duda poderosa de mutua aceptación y trabajo en equipo.

Así que, si gustan, pueden sentirse orgullosos de haber pasado tan dura prueba que es la principal motivación de cambio que puedo entregar. Y que les hace merecedores de mi amistad a niveles casi incondicionales. Todo esto demuestra su utilidad al ver la duración e intensidad de mis amistades. Que muy diferente a lo inicial, no es tan difícil de suplir. Y que pone mis armas a su disposición.

Quisiera aprovechar el texto para renombrar a la elite de mis amigos (Los que mejor superaron las pruebas y además más tiempo llevan... o tenían una particularidad que me hizo hacerles caer a propósito en la prueba... mis hermanos) y algunos detalles:

Andrés: Mejor amigo y hermano desde hace 10 años. Superó la prueba en menos de un año.

Pedro: Mejor amigo y hermano desde hace 8 años. Superó la prueba pasado el año.

Karina: Mejor amiga y única hermana desde hace 7 años. Superó la prueba pasados los dos años.

Luis: Mejor amigo y hermano desde hace 4 años. Superó la prueba en menos de un año.

Esteban: Mejor amigo y hermano desde hace un año y medio. Superó la prueba pasado el año. (Este chico fue listo y en vez de cruzar la prueba, la dio vuelta y me la lanzó haciéndome considerar otro enfoque. E igualmente demostrándome que era capaz de suplir que lo que buscaba)

Cristian: Ex-hermano. Fallé su prueba. (Muy similar a la mía, pero en ese entonces no lo entendía)

Juan Carlos: ¿Ex-hermano? Falló mi prueba. (Aunque en este caso hubo una desventaja, podría haber superado la prueba igualmente).

Dentro de mis amigos normales también hay personas más que destacables que realmente no fueron sometidos directamente a la prueba y es por ello que aunque son separados del resto de la gente, no están en la elite. Pero ¿quién sabe?. Quien sabe...

No voy a mencionarlos porque son bastantes y seguramente olvidaría a más de uno y no quiero generar problemas. Pero siempre están presentes... y por eso los quiero.

Gracias por aceptarme y entenderme tal cual soy.

(Los detalles en cuanto a mis motivaciones para esta filosofía, para llevar a cabo esa prueba. Sobre alguna de las relaciones nombradas. Sobre el título. Alguna situación en particular. Si tienen dudas o lo que sea, seguramente fueron respondidas en algún texto anterior. Aunque si lo prefieren con más que gusto hablaría de esto por el medio que quieran, solo denme la oportunidad de explicarselos para que comprendan lo que hago o hice).


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