miércoles, 21 de diciembre de 2011

Destino no destinado

Esos días en que los recuerdos vuelven para darte una dolorosa alegría, que te hace sonreír con ojos vidriosos. Días en que recuerdas tus derrotas y apaciguas al fuego viendo que también has aprendido... ¿Qué mejor que escribir? Eso me dije... y escribí
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Tras meses sin verlo. Siempre buscando entre las multitudes, siempre temiendo girar en las esquinas donde solían toparse, siempre preguntandose si alguna vez ocurriría un fortuito encuentro inevitable ante el destino. Uno de eso que con solo imaginar hacia que el estomago le presionara de nervios. Imaginando su expresión impresionada y sus movimientos congelados. Ese silencio que aun atormentaba desde su pasado. El trauma de perder. Perder las batallas. Perder a la gente. Perder ante y los sentimientos.
La melodía en sus auriculares solo traía a su memoria a aquellas dos personas con las cuales había compartido años, un realmente se los había robado, compartir no era tan cierto. Dos derrotas, dos perdidas importantes entre tantas otras consecutivas, menores, pero muchas.
Dos personas que se habían convertido en la defensa ante los dolores que la otra provocaba. Él en el centro, corriendo cual niño mimado entre ambos cada vez que llegaba el llanto.
Pero ahora el niño estaba solo. Era huérfano ante el mundo. Tenía padres, sí, padres de sangre y físicos. Vivos y presentes. Mas no era eso lo que buscaba. Su visión de amistad era majadera y la de pareja ilusa.

Era en ella en quien centraba hoy su aflicción. O mas bien su nostalgia. Y como si el destino le favoreciera y quisiera jugarle una mala treta a la vez. Ahí estaba el. De pie, con la misma expresión que siempre imagino. Con ese retorcijón nervioso en su estomago. Con sus movimientos congelados y su silencio. El mismo de siempre. El dolor reaparecía en recuerdos que pese a ser la mayoría negativos, como siempre ocurría en un inocente e infantil corazón, solo se sumergía y ahogaba en los pocos buenos que le dejasen pegado en su peligrosa dulzura, como miel a punto de caducar.
Ese nudo, ese maldito nudo que siempre aparecía en su garganta y controlaba con madura y absurda maestría esta vez cedió. Y se reveló en una expresión de angustia. Bajo la mirada. No había nada que hacer. Era solo un ente débil haciéndose el fuerte ante todo. Como la sociedad exigía. Como todos exigen para darte la correcta compañía. Quien quiere estar ante un mal que no le incumbe?
Inesperado e irreal. Eso lo define bien. Un año tras haberse separado de manera agresiva, negativa, esperada. Y aun así, aun así estaba ahí otra vez. Ese calor, esa sensación tal cual como recordaba, uno sobre el brazo, el derecho. El otro por debajo, el izquierdo. Ambos unidos en un centro casi perfecto en su espalda.
Se apoyo en sus hombros mientras tiritaba. Su enemigo en simbólica reunión, reconexión. Un enlace que no podía llevar a mas que un cortocircuito y aun así se repetía incansable. Un loop sin sentido. Solo casualidad o caótica causalidad. Y al final solo eso. Una lagrima de cada uno. Una colorada mirada y un silencioso adiós. Alguna vez se reencontrarían si el destino lo seguía queriendo o no pudiendo evitarlo.


Enviado desde mi iPod

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