jueves, 26 de noviembre de 2009

Shikai - Capitulo 3

Este capítulo lo tengo escrito desde hace mucho tiempo, pero como no me he dado el tiempo de revisarlo, no lo quería subir, sin embargo, creo que no es mala idea editarlo sobre la marcha y revelarles lo que continúa.

Este capítulo muestra la dualidad que habita en Hialek, como en todo humano, entre su razón y sus emociones. La capacidad de abstracción que tiene para "separarlos" aunque tal cosa no sea realmente posible.
Además introduce a la primera chica perteneciente a la organización, aunque creo recordar que nunca mencioné eso xD (primera cosa a arreglar). Es una relación violenta, pero llena de sentimiento, intensa, desesperada, casi enfermiza.

Además, muestra a Hialek en un momento de franca debilidad y tormento. ¿Siempre habrá sido un atormenado oculto tras el poder del liderazgo? ¿O será que otra cosa está causando esta oscura y cambiante personalidad que cubre aquella que le permitió tener seguidores? ¿Es respeto al poder o verdadero apoyo a Hialek?

En lo siguiente planeo ahondar un tanto más en las relaciones entre los que ya han aparecido, así como continuar mostrando a los personajes que hacen más dinámica la historia, que son, claro está, los personajes que están ahí para "alegrar la vida".

Gracias por seguir esta historia :3

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El piso manchado de rojo camuflaba la imperfección de los cerámicos mal puestos y destruidos. La apariencia oscura, las puertas destrozadas, la frialdad de esas murallas de sólido concreto. Nada daba pista alguna de los sucesos que ocurrían en aquél lugar. Afuera el silencio solo era interrumpido por uno que otro auto al pasar por aquella pequeña callejuela con tantos baches que cualquiera habría dicho que el camino era de tierra.

Una chaqueta negra de cuello alto tirada en un rincón. Unos botas negras recién arrojadas contra la pared con tal fuerza que la vibración fue suficiente como para romper el vidrio de una de las tantas pequeñas ventanas que dejaban que la luz entrara.

Pasos se sintieron a la vez que un rastro sanguinolento marcaba el avance de uno de los habitantes esporádicos del lugar. Una voz de mujer amenazante, luego un golpe sobre piel hacía eco seguido de un estruendo provocado por la caída de una persona u objeto que derribaba a otros tantos objetos en el lugar.

- Es verdad, me siento atraído por ti –

La mujer, coqueta, se acercaba a paso lento hacia el joven, le acariciaba con delicadeza el rostro, limpiaba la sangre que se acercaba demasiado a aquellos profundos y serios ojos que le miraban directamente. Ella le observaba por un instante y luego le tomaba de la polera manga corta, negra y ensangrentada que el joven traía siempre bajo la chaqueta de la cual le habían despojado, y le arrojaba con fuerza brutal al otro extremo de la habitación.

- Hialek, siempre me ha gustado esa actitud, esa capacidad de comando, tu voluntad y toda esa fuerza que posees. Por ello no logro comprender tu actitud. Descubrirlo también es algo que me atrae –

Hialek tras cada caída se volvía a levantar sin mucha dificultad. Al acercarse la chica, él retrocedía hasta chocar contra algo que le impidiera alejarse más y entonces ella le alcanzaba sin prisa alguna. Al hacerlo, Hialek no podía evitar poner sobre su rostro una fugaz expresión de pánico que a la chica le irritaba. Lo consideraba una muestra de cobardía. Una muestra sin sentido de debilidad. Y entonces en un arrebato violento lo golpeaba y lanzaba una vez más.

- Deja de ser un cobarde, enfréntame. Dime si hay algo en mí que también te resulte atractivo. O dime que en ti ha nacido un odio por mí - Decía con mirada severa y todo grave - No te quedes en silencio. Si no sabes que sientes, entonces al menos dame la oportunidad de luchar contra ti, pero hazlo con toda la fuerza que posees. Muéstrame tu poder. Si me odias libera ese oscuro sentimiento y destrúyeme de una vez. Libérate a través de mí -

Pero por más que insistía de Hialek no salía palabra alguna y tampoco reaccionaba. Estaba demasiado perdido y confundido como para decidir cualquier cosa.
Escapar no era su estilo y antes de esa situación tampoco se había bloqueado como en ese momento. Generalmente era indeciso, pero elegía el camino más lógico que le llevara hacia lo que deseaba sin importar si era más largo o difícil. Pero por alguna razón ya no podía. Veía cientos de ideas cruzar por su mente sin poder agarrar ninguna, las ideas eran fugaces, como si solo pudiera leer el título de una noticia, pero no su contenido y, por tanto, es que no se sentía capaz de dar una respuesta, no tenía bases para decidir siquiera lo que era ajeno a su mente: el flujo de sus emociones.

Con el insistente silencio la chica perdió aún más la paciencia y decidió embestir directamente a Hialek para intentar darle un golpe que hiciera retumbar sus entrañas y quizá así quitarle aquella confusión o al menos satisfacer su deseo de una improvisada y ligera venganza a modo de liberar su molestia.

- Si lo prefieres por las malas… - Dijo mientras a una velocidad impresionante arrojaba su puño contra el abdomen de Hialek.

Si bien Hialek había aguantado todo ese rato de golpizas porque se sentía culpable al ser incapaz de dar una respuesta, sabía que recibir ese golpe por parte de tal chica, la más poderosa de la organización, era demasiado. Por lo que a una velocidad sobrehumana se posicionó tras ella y a milimetros de donde habría estado su abdomen, le frenó tomándole del brazo.
Esto enfureció aún más a la chica, quien veía frustrada su liberación. Entonces, igualando la velocidad de Hialek se lanzó en un feroz contraataque

- No puedes ser así de bastardo. El silencio se convertirá en tu mayor enemigo si lo sigues creyendo tu aliado en situaciones como esta. Tienes que saber al menos lo que sientes, debes haberlo pensado o sentido antes de que te lo preguntara, nos conocemos desde hace mucho y alguna impresión debiste tener de mí durante todo este tiempo. Solo dame eso – Gritaba entre lágrimas de frustración y violentos ataques repletos de ira que Hialek esquivaba en un estado casi inconsciente y con irritante facilidad.

Tras un rato la chica se detuvo y cayendo de rodillas lloró por un instante. Hialek no se atrevió a acercarse, solo observó con detención y arrepentimiento. Sabía que no podía arreglar todo ese daño y aunque se esforzaba en encontrar algo que decir, su mente permanecía invariable, confundida. Estaba en un total bloqueo. Se sentía débil.
Finalmente la chica se levantó, caminó con lentitud hasta el rincón donde la chaqueta de Hialek estaba y se la llevó caminando hacia la salida.

- Yo... lo sien… - Balbuceó Hialek.

- ¡No digas que lo sientes! Si lo sintieras habrías hecho algo como justificación a tu imposibilidad de responder – Un incómodo silencio invadió una vez más el lugar, un silencio que la chica esperaba que Hialek rompiera con alguna frase, pero no fue así – Me das pena -.

Más fuerte que cualquier golpe que la chica pudiera haberle dado, más doloroso que cualquiera de las heridas que tenía sobre el cuerpo, esa frase le atacó directamente al orgullo. La chica salió cerrando con delicadeza la puerta, como diciendo que había utilizado toda su fuerza en tal batalla contra un ente de cobardía descomunal. Tras su salida Hialek camino hasta el centro exacto de la habitación, ahí se sentó e intento calmarse. Tiritaba completo y sentía una enorme frustración y un nudo en su garganta.

Se acurrucó sobre sus rodillas cual niño y dejó escapar un susurro de lengua incomprensible que recorrió toda la habitación.
Tras un instante de su cuerpo salieron un pequeño niño de apariencia inocente y alegre y una joven adulto de mirada severa y desconfiada, pero, a la vez, de presencia cálida y protectora, como una madre molesta.

- Eres patético – Dijo la mayor sin haber terminado siquiera de formarse.
- No seas así, está confundido – Interrumpió con dulce voz el niño.
- Tiene razón… - Agregó entonces, Hialek, tocando la cabeza del pequeño a la vez que se ponía de pie.

Bajo la atónita mirada del niño y la sonrisa burlesca de la mayor extendió sus dos brazos y levantó el pecho como si se llenara de un falso orgullo. Con rapidez el niño cambió su expresión a pánico y luego cubrió sus ojos con sus manos. Al instante la mayor se situó delante de Hialek y le dio un golpe fuertísimo directo al estómago. Sin embargo, a diferencia de antes con la chica, Hialek no se inmutó ni movió un solo centímetro. Recibió el golpe con toda intensidad y aún así pareció no haberle afectado en lo absoluto. Entonces, absorviendo toda la fuerza del impacto, contrarrestó el golpe liberando todo el poder hacia su alrededor en un haz destructivo e invisible. Todos los objetos se elevaron y estrellaron contra las paredes de aquel lugar y todas las pequeñas ventanas reventaron a la vez dejando salir aún parte de ese descomunal impacto.
Tras esto Hialek se dejó caer de rodillas y permitió a un par de lágrimas salir sin saber estar seguro de por qué lo necesitaba. El niño descubrió entonces sus ojos y se acercó a Hialek. Le abrazo con suavidad y mientras le acariciaba los cabellos la imagen de Hialek desapareció.
Al verse, el pequeño, acompañado solo por la mayor, sonrío e inclusive dejó escapar una ligera risa nerviosa. La mayor entonces le devolvió una mirada totalmente opuesta a su severa apariencia anterior, de hecho, hasta parecía congeniar con el niño quien dudaba del cambio de actitud por parte de esa mujer que hasta hace un instante daba la impresión de mirarle con odio.

- ¿Me temes? - Dijo ella para romper el silencio.

El pequeño no estaba muy seguro de que decir, pero sabía que con un movimiento de cabeza igualmente podía dar respuesta. Y así lo hizo para asentir, lo cual sacó una ligera sonrisa del mayor.

- Igualmente formo parte de ti, somos uno. Y como la mayor y más racional debo protegerte – Agregó acercándose para situar su mano sobre el hombro del niño – No puedo ser un todo sin ti, ni tu puedes sin mí. Nuestra existencia representa un polo del ser de cualidades duales que Hialek es -

Las emociones eran cálidas y puras, pero temerosas y en desarrollo; su razón protectora, pero obsesiva, . Ambas entidades se habían presentado bajo un estado de alteración y por separado. Sin embargo, a pesar de saberse ambos perdidos, sabían que debían apoyarse mutuamente para lograr avanzar.

El niño se acercó entonces a la joven y con algo de temor le tomó de la mano, alzó con timidez la mirada para verle directo a los ojos y junto con ello arrojó una leve sonrisa como introducción a lo que quería expresar.

- Si lo que te mantiene tranquilo es avanzar con razones, entonces como tu hermano te apoyaré. Quizá no soy tan sabio como tú, soy aún inmaduro y la mayoría de las cosas no las entiendo, pero quiero que todo salga lo mejor posible. Quiero que seas feliz, así que confía en mí de vez en cuando, a veces es mejor solo dejarse llevar –

Dicho esto, el pequeño se trepo en la espalda de la joven apoyando su cabeza en los hombros del mayor. Juntos comenzaron entonces a caminar hacia la puerta. Con cada paso que daban, las cosas que iban dejando atrás se fueron reordenando y reparando para dejar todo intacto, tal cual como estaba antes de todo el incidente. Así como también se fueron reordenando las emociones en ambos chicos que poco a poco volvían a fusionarse para dar origen a la apariencia fusionada de mente y emoción, al ser completo, a Hialek.

- Ya veo… puedo no estar seguro de lo que siento ahora, pero sí tengo una noción y es que ella me importa. Me está dando la oportunidad de evolucionar incluso sabiendo que no soy capaz de elegir algo concreto en este momento. Me dice que actúe e intente, confía en que quizá así logre luego decidir – Sintiéndose algo tonto por pronunciar tales palabras prefabricadas que tantas veces había oído, solo se rió hacia su interior – La sangre que me cubre es la marca de este aprendizaje –

Al llegar a la puerta, esta se le abrió con suavidad. Frente a él estaba una vez más la chica, quien hacía estado esperando en la puerta. Esta simplemente le devolvió la chaqueta y luego le dejó pasar sin dirigirle palabra alguna, ni siquiera una mirada.

Hialek sabía que era el momento perfecto de explicarle lo que había aprendido, mostrar la intención neta de no generarle daño con mentiras pero sin ocultar su incapacidad de responder con verdad. Era un buen momento para pedir perdón por habérselo generado de igual forma con tan terrible silencio, pero sabiendo que salvo la expresión de un cierto afecto no lograría nada, por lo que se obligaría a actuar en el futuro próximo.

Pero le ganó la cobardía, en una última desgraciada decisión optó finalmente por simplemente irse, por aplazar la situación, por escapar de aquél lugar en otro desgraciado mutismo. La chica entonces simplemente lo dejó ir sumergiéndose en un dolor agónico, en más lágrimas.
Hialek avanzó un par de pasos sintiendose algo aliviado por comenzar a alejarse, pero a la vez patético por el rumbo que tomaban sus actos.
Un remordimiento le atacaba. Se detuvo de espaldas, hizo aparecer sus “dual daggers”, y las desenvainó. En cada una de ellas podía apreciarse el logo de la organización incrustado en el mango. Con una de las dagas quitó el logo de la otra. Entonces Hialek se giró, tomó la mano de la chica y dejó son suavidad el logo sobre la mano de ella, cerrándola con la suya.

Sus ojos cruzaron miradas por un instante, ella con ojos colorados y él con una mirada seria y perdida. Ninguno sonrío, pero ambos se sintieron más tranquilos al ver fijamente en los ojos del otro, sintieron por un instante que se conectaban, aunque sus almas no lograban expresarse nada.
Hialek la rodeó con los brazos y ella le respondió cruzando los suyos por debajo de los de él y apoyando su cabeza sobre su pecho.
Tras un rato, se soltaron y Hialek emprendió rumbo, desconocido, pero lejos de ella. Apenas se soltaron se extrañaron, ambos deseaban abrazarse de nuevo pero ambos eran, también, novatos y ninguno se atrevió a pedir más. Las dagas se desvanecieron en una suerte de cenizas negras que desaparecieron arrastradas por el aire, marcando una estela sobre la cual Hialek también se desvaneció desapareciendo de igual forma.

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